jueves, 20 de septiembre de 2007

Eras eterno

Caminamos de frente hasta llegar al lugar. Pasamos por un casino y vimos a una chica de rojo y tú dijiste “¡Qué bonita!” Reímos y bajamos al centro comercial.
Por una extraña razón nuestros pasos ingresaron a la dimensión desconocida y descubrimos rostros nuevos y escenas no antes presenciadas por nuestros ojos.
Creo que nos convertimos en robots.
La gente nos miraba pasar de largo, ensimismados y analizando cada situación. "Nosotros, sólo observamos", les dijimos.
Al salir de allí, conversamos sobre lo vivido y en algunas cosas coincidíamos y reíamos.
De pronto, pasamos por el casino otra vez y vimos a la chica rubia, hermosa y de rojo. Te dije, “Mira ahí está otra vez”. Lo hice porque yo quería que no te la perdieras y porque ella era realmente hermosa y por más que haya estado de rojo, el cabello rubio le sentaba muy bien y así trabaje en un casino, ella parecía de un casino de las Vegas.
Luego me hablaste de no sé qué temas y te observé y escuché hasta que llegamos a un parque, nos sentamos en un banca y nuevamente empezó la charla. Entonces, mientras hablabas, me perdí en mi mente y un sentimiento extraño invadió mi ser. Había descubierto que ya no éramos los mismos. Qué esto era mejor que antes. Pero me dolía que fuera así. Simplemente yo no estaba preparada. Y no me quedaba más que aceptar el momento y vivirlo sin estropearlo. Después de todo, era lo que había querido desde un inicio –claro antes de llegar a amarte tanto y hasta querer poseerte entero-. Me dolía vernos en esta situación, pero también me alegraba el compartir tantas locuras contigo. Volví en mí, te miré y nos dieron las diez, así qué tuve que ir en busca del autobús que me regrese de vuelta a casa.

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