lunes, 24 de noviembre de 2008

Correo postal parte uno

Querida Ophelie:
Quiero empezar diciéndote que es una lástima que nos hayamos alejando. La razón hasta ahora no la entiendo; pero asumo es porque ahora vives un amor adolescente que te tiene con la cabeza en otro lado y como no te aguanto con esa actitud, evito mantenerme en contacto.
Debes extrañarme lo sé. Añoras llamarme para contarme tus penurias e incertidumbres con respecto a tu nuevo amor, pero no te atreves.
Y yo. Yo no te pienso llamar tampoco, aunque me duela admitir que nuestra historia se quedó inconclusa y muera de ganas de contarte con lujo de detalles lo que viví en esa ciudad.
Quizá por eso te escribo esta carta, para poder confesarte mediante este medio lo que me sucedió en esos días y no olvidarlos.

Nunca quisiste conocerlo y estás en tu derecho.

Debo admitir que tenía mucho miedo y que tú fuiste mi inspiración para continuar y esta vez no castrar mis deseos internos.

Que te puedo decir, se portó muy bien conmigo, me fastidiaba a veces y hacía bromas todo el tiempo. Al verme quería abrazarme y besarme en la calle pero yo sólo quería salir corriendo y alejarme. Estaba hasta un poco arrepentida así que dije: Sólo quiero caminar.

En el trayecto me contaba historias de su trabajo y todo lo que hizo para poder llevar a cabo el plan acordado meses, y si se puede decir, años atrás.

Después de eso, decidimos ir al cine a ver una película basada en un libro que ambos habíamos leído. Entonces ya en la oscuridad nos tomamos de las manos y nos besamos, mis manos sudaban y tenía calor. Todo era tan extraño para mi, pero a la vez estaba entusiasmada. Ya sabes, es un momento que habíamos esperado hace mucho.

Al salir necesitaba cigarrillos y fuimos por ellos. Atravesamos un parque y cenamos chifa. Nos sentamos uno frente al otro, nos miramos a los ojos y nuestros pies se cruzaban debajo la mesa. Me sentía como una adolescente en sus primeras citas.

Luego caminamos varios kilómetros hasta llegar a tu casa a recoger las mochilas para escaparnos. Recuerdo que en el trayecto encontramos cemento fresco en la vereda y colocamos nuestras huellas. A veces, también me detenía en plena calle para abrazarme y besarme. Debo confesar que poco a poco me iba adaptando a su estilo de expresar el amor abiertamente y donde fuera.

Querida Ophelie, por no haberte escrito antes me es imposible recordar nuestras conversaciones en el trayecto, pero hago lo que puedo. Los sentimientos van aflorando poco a poco como te darás cuenta.

En fin, mientras caminábamos dijo que te parece Aquí, levanté la mirada y dije esta bien. Entonces seguimos el travesía hasta tu casa. La historia al llegar ya la sabes porque fuiste parte de ella.

Sabes, se disgustó un poco porque no quisiste conocerlo, pero le supe explicar el por qué.

Bueno, sigo. Nos colocamos las mochilas en la espalda y nos dirigimos hasta Aquí. Por el camino me contó los chistes que le hacía a su abuelo y en un grifo compramos varias botellas de agua. Continuamos el camino hasta que llegamos a Aquí y atravesamos una puerta de vidrios...

No hay comentarios: