Acto seguido, enmudecí y en cámara lenta, me limité a observar su tránsito y mientras conversaban pude notar que no llevaban expresión alguna en el rostro. A lo que le exclamé a mi compañera de viaje. ¡Son unas dollfies! Y ella constestó: ¿Unas qué? Ay! sus caras me dan miedo. Pero yo no podía oirla.
Y mientras ellas se alejaban con sus vestidos color pastel, floreados al viento, continué durante todo el trayecto de mi vieje emocionada por haber visto a unas dolfies en persona.
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Deseo oculto: Yo quise oir sus voces.
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