miércoles, 12 de noviembre de 2008

Esta vez

Las amapolas en argenteuil - Monet



Esta vez no pienso tener en cuenta la redacción y el orden de las palabras para escribir bien. Esta vez, quiero dejar que mi mente le dicte a mis dedos lo que ellos deben teclear.

El fin de semana? Muy bueno. Sin depresión, sin dinero, en casa. Volvió la mística, las habladurías, los temas freakies, las risas y por su puesto la buena música. Ha sido un estupendo recibiendo después de las vacaciones. Mmmnn... Después de tiempo me sentí mujer. Y mujerzuela también. Sigo pensando en todo. Durante la semana; es decir, las conversaciones se hicieron intensas, sus frases aún matan, mis ojos aún brillan. Te sueño porque es el único lugar donde puede tenerte cerca.

"El animal de la casa sabe que tú ya no estás en casa" Cadaver exquisito. Estaba sentada en la banca del paradero esperando el metro que me llevaría a ningún lugar y enviaste un mensaje contándome sobre la Bienal de arte; a continuación escribiste aquella frase con la que se inicia este párrafo. Se suponía que era un poema, que debería ir al buscador a averiguar quien era el autor, pero ahí me quedé. Quiero verte la cara, pensé. Acto seguido Napo me mordió el pie pero esta vez con más fuerza que las anteriores veces.

Como diría Caifanes "Mente perfecto laberinto hay que vencerte"...

El domingo me sentí como Ian Curtis: Depresión y demasiada presión. No encontrarme, no herir. Temor a equivocarse en la toma de decisiones.

Podríamos ser mejores amigos, vivir separados y cuando quieras acostarnos. Ah!, eso de hecho, respondiste. Te miro y pienso en todo/Quisiera aprender/ enamorarme otra vez/Y otra vez te miro y me odio pero a la vez no me arrepiento.

Me pregunto porque me seguíste. Tú me ignorabas, dijiste. Me mirabas mal. Y te confesé que si te hacia caso terminariamos en lo que estamos metidos ahora.

Sucedió.

Por fotos espio como sería mi nuevo entorno y no se ve nada mal. Ya conocí a uno. La pregunta es: porque veo las fotos. Alguna vez dijiste que habían algunas fotos mías que te gustaban. Entonces puede que nos ocurra lo mismo, el mirarnos sin contarnos que nos miramos, o mirarnos a los ojos sin decirnos nada.

Gracias por la llamada. Sigues alegrándome el /sigues confundiendo mi vida.

Amor, o soñé que me llamaste así, creo fue entre sueños para despertarme y al abrír los ojos vi tu rostro. Por la ventana ya se asomaba el día, el último día. Amor. No estoy convencida aún de esa palabra saliendo de tu boca. Pero del te quiero sí, aunque te cueste decirlo, aunque yo diga: yo también. Y de tus besos a secas, en tus labios secos; de esos también, pero más de tus ojos cuando me miran.

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