martes, 15 de diciembre de 2009


Mientras leía "La mujer rota" de Simone de Beauvoir logré sentir la desesperación que nos invade a las mujeres el enterarnos que hemos sido engañadas y, con esta noticia, saber que ya no nos quieren como antes. A partir de ese momento la espera es constante y desesperante. Él regresará como siempre o como antes, piensas. Dan ganas de retroceder el tiempo y poder revertir todos tus errores. El saber que están juntos (él y la otra) y no poder aparecerte como una loca desquiciada por los lugares que frecuentan para reclamar algo que ya no te pertenece. La depresión nos inunda. La falta de apetito gobierna nuestro estómago. Quieres desaparecer. Consultar un terapeuta o leer el horóscopo de él, de ella e incluir el de la otra. Empiezas a sacar tus propias conclusiones del problema en cuestión. Te desequilibras entera. Pierdes la paciencia. Buscas información sobre ella. Te comparas, -¿Por qué con ella? Empiezas a sentirte terriblemente desdichada. A contarle tu problema al entorno con la esperanza de que alguien te de la solución. Pero esas personas solo te dicen que esperes. Y tu no puedes, te impacientas.
Y al encontrarlo, cuando lo tienes enfrente le reclamas, le gritas, lloras. ¡¿Por qué?!! Sin embargo, él siempre calmo te dirá que te quiere, que tengas paciencia. Pero tú sabes muy bien que sólo te tiene lástima al verte completamente rota.

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