domingo, 28 de febrero de 2010

viernes en trance

Sabia que no debía salir, pero en casa la angustia se extendia hasta asfixiarla por completo. Mala idea fue prender un cigarrillo que la convirtió en ansiosa haciéndola caminar de un lado para el otro. Sé recordó años atrás con los mismos síntomas y procuró buscar una salida eficaz que le permitiera espacar del trance.
Sabia que no debía salir, por eso se puso la pijama y recostada en la cama, tomó una revista para distraerse. Se encontraba calmada y concentrada leyendo un artículo sobre los tipos de amores que existen cuando de pronto sonó el celular.
Sabía que no debía salir, sin embargo, se cambió, llamó un taxi, prendió otro cigarrillo y salió de casa. Graso error el conductor del taxi escuchaba "Rosas" de la Oreja de van..., y seguidamente "Te pareces tanto a él" de Mirian hern... osea las tácticas ingeniadas para eliminar su trance se fueron por un tubo al escuchar esas melodías.
Sabia que no debia salir, empero llegó a un bar y empezó a tomar y a charlar por más de dos horas seguidas. A continuación decidieron ir a la disco a bailar y al llegar se les ocurrió la genial idea de tomar tequila.
Ojo, está comprobado de que cuando te encuentras deprimido, el alcohol no es la mejor solución ya que te activa las partes sensibles de tu cerebro y puedes entrar en shock.
Y eso fue lo sucedió, después de bailar todas las canciones, hacer las bajaditas -con caida incluía, se dirigió al baño y entró en shock...
Tomó por los brazos a su amiga y samaqueándola le gritaba entre sollosos que ¡ella quería conocer a Tim Burton!!, que ¡ella quería conocer a Tim Burton!!, que ¡ella quería conocer a Tim Burton!!! y mientras le gritaba le tiró dos cabezasos, la soltó y empezó a darle puñetazos al lavatorio diciendo: ¡es que yo quiero conocer a Tim Burton!!! La amiga que no sabia quien rayos era Tim Burton no encontró mejor excusa que decirle que ella se lo iba a presentar, que el tal Tim Burton estaba allá afuera. Pero como era lógico, ella dentro de su embriaguez sabía perfectamente que lo que su amiga le decía era una estupida mentira pues jamás Tim Burton estaría en este país, ni mucho menos en esta ciudad y lo peor de todo, en este local. Así que, como no paraba de gritar y llorar que ella lo quería conocer, entró un buen amigo, la tomó de los brazos la sacaron del baño y del local, toda llorosa, con el maquillaje corrido y los ojos hinchados. La subieron al taxi, la trajeron a casa, la llevaron al cuarto, la durmieron y se fueron.
Ella sabía que no debía salir, pero salió.

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