Un cosmopolitan y un apple martini fueron suficientes para que su mente la domine hasta el punto de no poder actuar de manera natural en una situación inesperada.
La escena se volvió a repetir con el mismo personaje principal pero esta vez con una co-protagonista diferente, y, lo que es peor aún, tú en el papel de espectadora.
Por primera vez en tu vida te sientes la muchacha del video "Believe" de Cher al verlo yéndose con un rubia que no debía ser otra que tú misma; o que en todo caso, tú fuiste en alguna oportunidad.
Y, al terminar de presenciar la escena decides huir a tu departamento, subir corriendo las escaleras, entrar llorando al baño, mirarte en el espejo y eliminarte todo el maquillaje de tu rostro, sonarte la nariz y continuar llorando, pasar al cuarto, tirar por el suelo tu outfit de esa noche, ponerte el pijama mientras sollozas como niña de 5 años lamentándote el haberlo conocido, meterte en la cama, prender el ordenador, darle play a "El rito" de soda stereo, llorar aún más fuerte, conectarte y dejar que tres amigos te consuelen con palabras conmovedoras y videos de aliento. Cuando de pronto te das cuenta, has dejado de llorar y solo sientes los ojos muy hinchados y la cara tiesa por las lágrimas que se secaron en tu rostro.
La tragedia ha culminado, es hora de cerrar los ojos y descansar pero bien saber que esa sensación no se irá al día siguiente.
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